No es ningún secreto que a mi me encantaría escribir un libro algún día y por eso ya tengo varias historias empezadas y bueno, creo que es el momento de enseñarlas, tengo varias que me gustaría subir al blog, por eso os voy a enseñar el primer capitulo de las dos que tengo casi terminadas y en los comentarios me gustaría que me dijeseis cuál os gusta más y un día para subir un capitulo a la semana ¡ Espero que os guste!
1-Guerra de delegados.
El reloj marcaba las siete menos diez, me puse el uniforme a todo correr, no iba a llegar tarde, las clases no empezaban hasta las ocho y media, pero aún así estaba atacada, revisé mi mochila por cuarta vez, bebí un vaso de agua y me cepillé el pelo hasta que no quedaba ningún nudo, me probé muchos peinados, pero al final me quedé con lo clásico: el pelo suelto y una trenza atada por detrás, me puse perfume, me calcé los náuticos y me miré al espejo por última vez, mi pelo rojo, pero lo general liso, tenía ciertos rizos producto del estrés que estaba pasando.
-Tranquila, Aria, solo serán unos meses- me repetía una y otra vez.
Hoy, iba a asistir al instituto de enseñanza pública Rayist, un instituto con la peor fama de la ciudad, nada que ver con mi instituto de enseñanza privada Hollow west, uno de los institutos privados mas famosos de toda Norteamérica y al parecer los directores de ambos institutos quieren estrechar lazos entre los de la clase alta y la clase baja, yo no tengo ningún problema con los chicos de la clase baja, pero hay rumores de que en ese instituto hay gente con navajas, drogas y quién sabe que mas barbaridades
Cojo mi mochila y bajo abajo sin parar de repetirme lo mismo.
El enorme recibidor de mi enorme casa y repito enorme, incluso excesivamente grande, ya que solo vivimos, Kim, mi hermana pequeña, Alice, su institutriz y mi padre, Robert, aunque nunca está, aún así cada día vienen criados y criadas que me miran con ojos de perrito abandonado como diciendo <<¿Puedo ayudarte?>> o <<Por favor no le hables mal a tu padre de mi>>
Al llegar al comedor veo como Alice reprende a Kim.
me siento en mi sitio habitual y me quedo mirando los cereales que hay frente a mi, no tenía hambre, pero tampoco podía estar sin comer tantas horas así que cogí la cuchara y me lo fui comiendo a pequeñas cucharadas mientras oía a Alice decir cosas mal sonantes en su idioma, el Francés.
-Buenos días Aria- me saludó una vez ordenó a Kim sentarse con una sonrisa.
-Buenos días ¿Qué ah pasado?- como si no lo supiera, lo mismo de siempre, <<Kim come mas despacio>> ó <<Kim el tenedor no es una catapulta ¡Compórtate¡>>
-Oh, nada, solo que Kim se aburre tanto en la mesa que decide jugar debajo de ella.
-¡Pero es que Ela quería que jugara con ella!- gritó ella con voz temblorosa.
Ela era una amiga imaginaria de Kim, la tiene desde los tres años, hasta ahora que tiene cinco.
-Kim, tú y Ela deberíais comer antes de que La señorita Alice os castigue- le dije yo con tono cariñoso,
-Vale- dijo ella mientras engullía cucharadas de cereales.
-¡Más despacio!- gritaba Alice.
-Ya he acabado- digo mientras me limpio con la servilleta y me levanto.
-Querida, Taylor está fuera con el coche- me dijo mientras me señalaba la salida.
Salí al jardín, Jasper regaba el rosal principal de la casa con gran afán mientras me sonreía a modo de saludo.
-Que tengas un buen día Aria- me decía sin apartar la vista del rosal
-Gracias Jasper- le dije yo intentando parecer que me esperaba un gran día.
Me subí al coche, donde Matt, el chófer de la familia me esperaba con su blanca y deslumbrante sonrisa mañanera.
-Hola Matt- le dije yo desplomándome en el cómodo asiento de cuero blanco del coche.
-Aria pareces deprimida ¿Es por lo del intercambio de instituto?- me pregunta mientras pone el coche en marcha.
-No, bueno, si, bueno… no se, se dicen muchas cosas de ese instituto.- le digo mientras me peino un poco el pelo con los dedos.
-Vamos, igual haces amigos, no esta mal desconectar un poco de la clase alta- me dije entre risas.
-Sabes que si yo pudiera escoger, escogería vivir en una cómoda y familiar casita en el centro, asistiendo a un cómodo instituto al que ir a pie-Recalco esa palabra- mientras vivo tranquilamente sin conferencias ni uniformes bonitos, pero incómodos.
El uniforme de mi instituto es muy bonito el de chicas consiste en una blusa blanca, una corbata color burdeos, una americana del mismo color con el emblema del instituto, falda de cuadros color marrón y burdeos, medias burdeos y naúticos o botas, el de chicos era lo mismo pero en vez de falda un pantalón color negro y en vez de medias, unos calcetines bajos con el emblema del instituto.
El no puede evitar soltar una leve carcajada.
-Lo sé, pero tu tranquila- me dice sin quitar la vista de la carretera.
Hubo algunos minutos de silencio en el coche, casi un silencio sepulcral de no ser por el ruido del motor y de los otros coches, se notaba mucho los cambios de aires, pintadas en las paredes, farolas y señales de tráfico, gente en patinete, chicos en peleas callejeras y raperos.
-¿Quieres que te deje en la puerta?- me pregunta sacándome de mis pensamientos.
-No, déjame aquí, gracias Matt- le digo mientras le guiño un ojo y bajo del coche, noto como algunos me miran, otros silban y otros simplemente ni se giran, me siento diminuta, noto como cuchichean, como me miran de Arriba abajo, me siento desnuda ante tanta gente, al llegar al cruce encuentro mi salvación, Ally, mi mejor amiga, vestida con el uniforme, pero en vez de la americana reglamentaria lleva una chaqueta rosa flúor, a Ally le encanta el rosa, su habitación parece la guarida secreta de hello kitty.
-¡Aria!- me dice mientras me abraza, ella no parece tener miedo, aunque nunca he visto a mi mejor amiga dar un paso atrás en nada ni retroceder ante nadie.
Los padres de Ally tienen una empresa textil, cuándo voy a su casa, su padre siempre me cuenta cómo empezó tejiendo en secreto para sus hermanos pequeños, ya que eran tan pobres que su madre no tenía dinero para comprarles ropa a todos y debían prestársela, un día presentó sus diseños a una revista de moda y le hicieron un reportaje, después cuándo acabó de estudiar invirtió todos sus ahorros para montar una pequeña tienda dónde las vecinas compraban la ropa para sus hijos, después conoció a Margot, una niña rica que se enamoró a primera vista del padre de Ally, se enamoraron y a los 6 meses se casaron, ella era experta en moda así que mientras que él diseña, ella decide que es lo que se lleva y lo que no, nunca vi una pareja más enamorada que los padres de Ally, su padre siempre le da besos, le regala cosas y salen a cenar y a bailar.
-Hola Ally ¿soy yo o todos nos miran?- le cuchicheo en el oído.
-Todos nos miran, este el barrio es peligroso y llegamos nosotros de un instituto privado, si yo fuese ellos me tiraría piedras.- me dice como si nada-¿Vamos?- me pregunta entusiasmada.
Yo asiento y ambas nos dirigimos al instituto, un edificio que parece estar a punto de caerse, alguna ventana rota, una verja chirriante y colillas por el suelo, un lugar perfecto para aprender que debemos estudiar para tener un futuro mejor- pienso para mi misma- me río de mi propio chiste y sigo a Ally.
Una mano fría me tocó el hombro, se me erizó la piel y me giré, suspiré, era el profesor Maison, el profesor que estaría con nosotros.
-Aria, eres la presidenta estudiantil, tienes que ir a la sala a que los presidentes del Rayist – me dice apresurado, cómo siempre.
Es cierto, gracias a alguien- miro con mirada asesina a Ally- mi nombre acabó entre los candidatos y salí elegida, no me gusta, lo odio, tengo que asistir a ceremonias largas y aburridas y lo que peor llevo, hablar en público.
Sigo a Maison por los estrechos pasillos del colegio y nos paramos enfrente de una puerta de madera llena de polvo llena de pegatinas, pintadas, insultos escritos con spray y manchas.
-Aquí es, entra preséntate y ellos harán el resto, suerte- me dice mientras se aleja a toda prisa, el pobre es el encargado de organizar todo y no para ni un segundo.
Yo me lo pienso varias veces antes de picar y al final cojo aire y pico con los nudillos la puerta, no hay respuesta, me quedo ahí parada y justo cuándo me voy a ir la puerta se abre.
-¿Querías algo?- me dice una voz masculina.
Me giro y me quedo pasmada, un precioso chico de pelo rubio, y ojos miel me mira, con gesto inexpresivo.
-H-Hola soy Aria Webster, soy la presidenta del consejo estudiantil de Hollow West- le digo mientras noto que mis mejillas se tornan de un rojo intenso.
-Ah, si te estábamos esperando- me dijo mientras me dejaba espacio para pasar a la sala.
Era antigua, pero por alguna razón me gustaba, había dos sillones largos de color azul, una gran mesa llena de papeles y unos cuadros abstractos adornaban las paredes.
En la sala había otros dos chicos, uno de ellos era grande, muy grande de pelo negro y piel blanca como la nieve, el otro era bajito, con gafas y se distraía con los papeles esparcidos por la mesa.
-Cameron, Ethan, ella es la presidenta de Hollow West- dijo mientras yo me quedaba petrificada al ver como el de pelo negro se levantaba y me sacaba una o incluso dos cabezas si se ponía mas recto.
-Hola, yo soy Ethan, es un placer- me dijo con una sonrisa.
Yo se la devolví y le tendí una mano.
-Aria, también me alegro de conocerte- le dije mientras observaba como sus mejillas se tornaban de rojo.
El chico de gafas se levantó y me tendió una mano.
-Cameron- me dijo impasible.
-Aria- le dije intentando imitarle.
-Bueno, ya vale de presentaciones, necesitamos los informes de los estudiantes de tu instituto- zanjó el tema el chico que me había abierto la puerta.
Yo rebusqué en mi mochila, entre los libros, el estuche, el archivador y los caramelos de menta encontré un plástico que dentro tenía los papeles.
-Aquí están- le dije mientras se lo tendía.
-Bien, ahora es tiempo de preguntas- me dijo mientras los tres se sentaban en el sofá. ¿Preguntas?
-Por favor- me dijo Ethan señalando un hueco libre.
Yo me senté apretando mi mochila contra mi pecho.
-Bien ¿Aria verdad?- me pregunto el chico de pelo rubio mientras juntaba las manos.
Yo asentí levemente.
-sé sincera por favor ¿Qué te parece nuestro instituto?
-B-bueno no sé aún no lo eh visto- balbuceo.
Ellos rieron.
-Eres una mentirosa- me espeta el rubio.
-¿Perdona?- le pregunto molesta, aunque es una sensación nueva, nunca nadie se había atrevido a hablarme así.
-No, no te perdono-me dice entre risas- os debéis de creer los reyes del mundo ¿Verdad?
-Yo…- no sabía que decir así que me levanté.- Me voy, no tengo por que hacer esto, a las reuniones vendrá el vicepresidente para evitar problemas- les digo mientras recojo mi mochila y me dirijo a la puerta.
El rubio me coge del brazo.
-Eso no seria profesional- me dice burlón.
-Lo que tu haces tampoco- le digo mientras me sorprendo de mi misma por atreverme a contestar así a alguien.
-Vamos, solo era una pregunta- me dice en tono de disculpa.
-No importa- cedo- ¿Te puedo preguntar algo?- le pregunto con voz tímida.
-Adelante.
-¿Cómo te llamas?
El ríe.
-Christian – me susurra a la oreja.
Yo me aparto.
-¿Tenéis mas preguntas?
-No, tenemos que preparar la bienvenida en el salón de actos.
Todos nos sentamos.
-¿Has preparado algo para presentarte?- me pregunta Cameron mientras ordena todos los papales de la mesa en un montón.
-Eh… no, no me gusta hablar en público- les digo- el vicepresidente, que por cierto debería estar aquí, lo hace por mi- les explico mirando mi reloj.
-¿No hablas en público?- pregunta Christian sorprendido.
-Solo cuándo es estrictamente necesario.
En ese momento entra Dylan, mi salvación, mi vicepresidente, yo le sonrío y este me devuelve la sonrisa, la verdad es que es un gran amigo, aunque desde que se me declaró el año pasado me siento algo cortada con el, es un chico de pelo negro y unos impresionantes ojos verdes, es muy agradable aunque algo chiflado.
-Perdón, han surgido cosas en mi casa- se disculpa mientras toma asiento a mi lado.
-Christian, Cameron, Ethan, este es Dylan, el hace discursos, yo miro y firmo papeles- les digo mientras el asiente.
-¿Has preparado algo?- le pregunta Christian, vaya, otra vez ese tono tan frío y distante.
-Si, bueno, es un pequeño discurso para daros las gracias por recibirnos- les dice sonriente.- T necesito que tu participes.
A, era mi nombre para mis amigos, si, una letra A.
-No, el trato era que aceptaba el puesto si tú te encargabas de hablar en público- le digo enfadada.
-Lo sé, pero por favor- me dice con ojos de cachorro- por que me quieres, por que te adoro, por que eres mi princesa, por que….
-Esta bien- le corto.
-Gracias- me dice aliviado.
-Bueno, pues ya esta, nos reunimos todos los días después de clase aquí, por cierto un consejito- me dice Christian mientras hace un gesto con el dedo
Yo me acerco.
-No lleves faldas tan cortas, los chicos de aquí son muy salvajes- me dice en un susurro.
Yo me sonrojo y casi me caigo de la impresión, tropiezo con mis propios pies pero Dylan me coge.
-¿Estás bien?- me dice mientras me ayuda a levantarme.
-S-Si- le digo dedicándole una mirada de odio a Christian mientras este se hacia el loco,
Dylan y yo salimos fuera.
-¿Qué te ah pasado ahí dentro?- me pregunta serio.
-Solo me he sorprendido- le digo.
-¿Por qué?
-Por que me dijo que…. Esperaba verme dando el discurso- improviso.
-Vaya Muy lanzado ¿No crees?
-¿Por qué?
-Por todo, como es, su personalidad y… en fin, todo.
-Anda, vamos a clase- le digo rondando los ojos.
Miro el horario que me mandó mi tutor ayer, geometría, nunca había tenido problemas en los temas académicos, pero si tenía que elegir una asignatura que odiara, definitivamente sería todo lo relacionado con Matemáticas.
Me dirijo a la clase, noto como todos me miran, nunca me había gustado ser la protagonista, nunca había destacado mucho.
Al entrar en la clase me encuentro con un grupo de chicas vestidas como chicos alrededor de Emma, una chica de mi clase, muy agradable, de largo pelo negro azabache y ojos de color azul.
Emma está a punto de llorar.
Yo me acerco haciéndome paso entre las chicas.
-Emma ¿Estás bien?- le pregunto con delicadeza.
-Pija pelirroja no te metas ¿Quieres?- me dijo una de ellas dándome un empujón.
Yo me caí al suelo y mis cosas se esparcieron por el suelo, Emma me ayudó a recogerlas, vi como Christian entraba en el aula, procuré no mirarle, metí mis cosas en la bolsa de tela que utilizaba como mochila, otra de las chicas cogió mis pastillas para el dolor de cabeza.
-Vaya, así que la pija pelirroja se droga- me dijo entre risas.
-Son pastillas para el dolor de cabeza- le aclaré.
-¿Pasa algo?- pregunta una voz masculina a nuestra espalda, Christian.
Emma y yo nos sentamos en los sitios de atrás sin hacer el menor caso.
-Nada, la de ojos azules estaba sentada en mi sitio y se puso a llorar y la pija pelirroja vino a socorrerla y se le cayeron las cosas- les explicó la chica que me empujó antes.
-Vaya, presidenta ¿Ya estás en problemas?- me pregunta divertido.
Yo saco mi archivador y mi estuche y no le contesto.
Noto como alguien tira de mi pelo, otra vez la chica.
-¿Estás sorda pija pelirroja?
Me suelta el pelo de golpe y noto como grita.
Abro los ojos que había cerrado y la veo en el suelo.
Ally.
-Como vuelvas a tocar a mi mejor amiga te mato- la amenaza.-¿Estás bien?-me pregunta.
-Perfectamente- le digo sonriente.
La chica se levanta.
-Esto no ha acabado- me amenaza.
Un hombre mayor, vestido con un traje algo informal entra dando palmadas.
-¡Chicos silencio!
Me sorprendo cómo todos se callan y los que estaban sentados encima de las mesas se sientan en las sillas.
-Gracias, cómo todos sabréis hoy tenemos el intercambio con el instituto Hollow West,
-Bien, creo que ya sabéis lo que toca- dijo el profesor con una sonrisa.
Todos en la clase hicieron un nooooo, yo miré a Ally que se encogió de hombros.
-Me encanta vuestro entusiasmo, pues sí, cambio de pupitres.
A Ally le tocó alado de una chica que parecía agradable de pelo con rastras y a Emma alado de un chico algo bajito que estaba sumergido en su manga, su pupitre estaba lleno de pegatinas de Naruto, One piece, Death-Note y más animes que no conocía.
Y a mi…
-Hola compañera de pupitre- Christian.
2-Las alas del ángel
En un futuro, cuándo la humanidad ya no habitaba en la tierra, en ella vivían seres especiales, mágicos, entre ellos había enanos, que ayudaban en los jardines del reino, brujos y brujas que vendían conjuros contra las enfermedades, elfos que se movían de aquí para allí del reino en un abrir y cerrar de ojos, guardianes, que ayudaban a la gente a protegerse, pero mas allá del reino de Lancelot, habitaban una malévolas criaturas, los demonios de la oscuridad, unos seres cuya maldad no tiene fin y que intentan resucitar a Sanlo un monstruo que gobernó con maldad Lancelot, pero una chica, está destinada a acabar con ellos al cumplir los dieciséis años, Seira la princesa del reino, es esa chica que está destinada a acabar con ellos, una preciosa chica, de pelo por las caderas, pelircastaño tirando a anaranjado, ojos grandes azules y su delgado cuerpo la destacaban entre todas las chicas del pueblo, muchos dicen que es clavada a su madre, lástima que ella no la conociera, se sacrificó por ella para que no muriese, pero nadie le quiere contar mas, Seira está obligada a ir a clases de defensa para el gran día, Merediz, su tutora le enseña todo lo necesario para el gran día.
-Dos vueltas más- decía ella cada dos por tres- Venga Seira, corre mas rápido- le decía ella mientras cronometraba a la agotada chica.
-No, puedo mas, llevo una hora corriendo sin parar- dijo ella jadeando.
-Esta bien, vete a cambiarte y baja a la mesa.
Seira contenta accedió, entró a palacio, saludaba a todos los sirvientes, mayordomos y jardineros que había.
Seira entró en su habitación, era grande luminosa, como a ella le gustaba, ya que Seira era un ángel de la luz, al igual que lo era su madre.
A Seira no le gustaba ponerse elegante para cenar, pero no quería ver triste a su padre así que se puso un vestido color beige corto con un lazo negro en las caderas y unos zapatos de tacón negros, se quitó su larga coleta y dejó caer sus cabellos castaños por los hombros, cogió su cepillo y se lo peinó con calma, luego se puso un lazo negro en la parte de atrás, lista.
De repente se oyó un ruido detrás se Seira.
-¿Quién anda ahí?- preguntó ella mirando en todas direcciones.
Otro paso mas que hizo crujir el suelo.
-Soy yo, Olivia- dijo una chica alta, de pelo rubio por los hombros y de unos impresionantes ojos azules.
-Que susto me has dado- dijo Seira llevándose las manos al pecho y suspirando.
Olivia, era una guardiana con la misión de proteger a Seira, pero ahora Seira la veía mas como a una amiga que como una guardiana, aunque Olivia le sacase unos doscientos años.
-¿Ya estás lista para la cena?- le preguntó Olivia.
-No, voy vestida así para ir a pasear por el bosque- dijo Seira en un tono irónico.
Olivia rió y bajaron al comedor dónde el padre de Seira estaba sentado.
-Hola papá- le saludó su hija mientras le besaba la mejilla.
-Hola Seira, hola Olivia ¿Qué tal tus clases con Merediz?- preguntó el rey mientras se llevaba un trocito de Zanahoria a la boca.
-Bien, bueno hoy solo he corrido- dijo la chica tomando asiento.- y creo que ya he corrido bastante para el resto de mi vida.
La cena transcurrió normal, pero Seira notaba cómo Olivia y su padre intercambiaban miradas secretas, pero lo dejó pasar. Al acabar el rey se disculpó diciendo que no se encontraba bien y Olivia se fue a hacer su ronda nocturna, Seira se quedó sola con la única compañía de las sirvientas que recogían los platos.
No había mucho que hacer en aquel palacio, a Seira no se le permitía salir sola de palacio y Olivia no le dejaba hacer las cosas que ella quería por que eran peligrosas, cuándo eran pequeñas Seira quería utilizar su colchón cómo tabla, para bajar las escaleras, pero Olivia la pilló y la castigó una semana sin postre, otras veces ella había intentado salir sola, pero Olivia siempre estaba ahí.
En la biblioteca de palacio, había muchos libros, pero ninguno relacionado con la profecía, a Seira le decían que debía entrenar para cumplirla pero cuándo ella preguntaba nadie le respondía, así que cada noche Seira salía al bosque a hacer excursiones, a ver las estrellas o a pasar el rato, a medida que fue creciendo la vigilancia disminuyó y Olivia nunca se enteraba de sus paseos nocturnos.
Seira se acercó al alféizar de la ventana y saltó cayó de pie con una elegancia propia de un ángel, corrió por el gran muro de palacio hasta la entrada y con cuidado de no llamar la atención bajó por él,, el pueblo estaba desierto, era tarde, Seira caminó tranquilamente hacia el bosque, cuándo llegó se subió a una rama y observó el paisaje desde ahí, era de noche pero las luciérnagas dejaban ver algo del bosque.
De repente Seira oyó unas voces, eran dos chicos, uno rubio y de ojos marrones y otro moreno de ojos verdes.
Seira pudo oír su conversación.
-¿Seguro que podremos entrar a palacio sin que nos pase nada?- preguntaba el moreno, algo confundido.
-Si, he oído que por el aire no hay guardianes, que el único ángel que hay es la princesita- decía el rubio muy convencido de su plan, a la luz de la noche sus mechones rubios se volvían aún más claros.
Ambos iban a adentrarse en el bosque, cuándo de repente el rubio paró al moreno.
-Espera. Algo no va bien- detuvo el moreno al rubio.
De repente el rubio desplegó sus alas, era un demonio de la oscuridad, sus alas negras le delataban.
Seira intentó esconderse entre las hojas pero lo único que consiguió fue hacer más ruido, de manera que al demonio no le fue difícil encontrarla.
-Vaya, vaya que tenemos aquí- dijo el mientras le cogía las manos y le hacía bajar-La princesita de Lancelot solita- dijo con cachondeo hablándole cómo si no pudiese sumar dos más dos.
Seira desplegó sus elegantes alas blancas.
-Sí, soy yo y que os quede claro que no vais a conseguir lo que queréis- dijo ella mientras echaba a volar, no quería que se diesen cuenta del miedo que estaba pasando.
-De eso nada, princesita- dijo el moreno mientras echaba a volar detrás de ella.
-¿Quiénes sois?- preguntó Seira volando mas rápido.
-Yo soy Nath- dijo el rubio.
-Y yo soy Ken- dijo el moreno.
Seira ya no podía volar mas, así que se posó en el suelo jadeando.
El moreno chito la lengua varias veces.
-Y tú que creías que podías escapar de nosotros- dijo Nath, poniéndose encima de Seira y agarrándole las manos por encima de su cabeza.
Seira gritó.
-Por mucho que grites, nadie va a salvarte, te vas a venir con nosotros- dijo el rubio cogiéndola en brazos, ella batalló y peleó, pero el chico la hizo mirarle a los ojos, unos ojos amarillos, dorados con toques verdes, Seira sintió cómo que se mareaba y cayó dormida.
Pero de repente una luz iluminó el bosque, era Olivia, con su cetro.
-¡Seira!- gritó Olivia.
-Vaya una guardiana, encárgate tu, yo me encargo de la bella durmiente- dijo Nath, con Seira en sus brazos.
Ken sacó de su funda una espada y fue a por Olivia, ella usó su cetro como escudo.
Olivia formuló unas palabras mágicas y de su cetro salió un rayo de luz que cegó a los demonios, Olivia aprovechó y cogió a la inconsciente Seira en brazos y corrió hacia palacio.
Los guardas la vieron y abrieron la puerta de par en par.
Olivia llevó a Seira a la enfermería de palacio.
Una chica de pelo corto castaño estaba allí, era Serena, la enfermera.
-¡¿Qué a pasado?¡- preguntó ella mientras ponía a Seira en la camilla, Serena era una bruja especializada en hechizos curativos, mientras preparaba el hechizo, Olivia corrió a avisar al rey.
Cuándo llegaron, Serena le estaba poniendo en la cabeza a Seira un mejunje de color rosáceo.
-Son hierbas del sur de Lancelot tienen un efecto relajante en las personas, le ayudará a despertar con mas energía- les explicó Serena mientras se sentaba en su silla y seguía leyendo un antiguo y gordo libro de brujería medieval.
-Olivia ¿Que ha pasado?- preguntó el rey cogiendo la mano de su hija.
-Señor, cuándo iba a irme a dormir, sentí el presentimiento de algo malo y fui corriendo a ver como estaba Seira, pero noté que no estaba, recorrí el pueblo, pero tampoco estaba y entonces solo quedaba el bosque y al llegar oí unas voces, entonces vi que eran demonios de la oscuridad y que tenían a Seira
-Has hecho bien Olivia- le felicitó el rey- puedes ir a descansar.
-Gracias señor- dijo ella mientras hacía una reverencia y se marchaba.
El rey pasó la noche en la enfermería con su hija.
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A la mañana siguiente Seira despertó, primero arrugó los ojos y parpadeó varias veces y se incorporó.
-¿Serena?- preguntó la chica.
-Tranquila cielo, tu padre a tenido que ir a hacer unas cosas, te has desmayado- le dijo con ternura Serena.
-Había demonios y tam-también una luz y Olivia- tartamudeó la chica.
-Shh- le dijo Serena calmando a la alterada chica- ya pasó todo.
Olivia llegó con una bandeja de desayuno.
-Buenos días- dijo ella medio cantando.
-Hola Olivia, gracias por salvarme- dijo Seira sonriente.
Olivia dejó la bandeja en la mesilla de noche.
-Seira ¿Qué pasó a noche?- preguntó Olivia.
-Bueno, yo quería salir al bosque, por que tu no me dejabas ir y me encontré con Nath y Ken- dijo Seira con voz arrepentida.
-Está bien, pero no quiero que lo vuelvas a hacer- dijo Olivia mientras le tendía un vaso con zumo de naranja.
A los pocos minutos el rey volvió a la enfermería.
-¡Seira cariño!- dijo mientras abrazaba a su hija.
-Papá, espacio- dijo Seira mientras le apartaba suavemente.
-Lo siento, esperaremos a que te recuperes y hablaremos muy seriamente de tu excursión nocturna de anoche- le dijo mientras le ayudaba a levantarse.
Ella asintió y se dirigió a la habitación con ayuda de algunas criadas.
Ya en el baño, Seira se empezó a quitar la ropa y se introdujo en la bañera, no podía parar de pensar en aquellos dos chicos, Nath y Ken.
Seira salió de la bañera, se puso su albornoz y volvió a su habitación.
Al abrir el armario un chico salió de el, era Nath, Seira alarmada abrió la boca dispuesta a gritar, pero el chico le colocó la mano enguantada en la boca.
-Tranquila, no vas a gritar, te quitaré la mano de la boca si no gritas-le dijo a la asustada chica.
Ella asintió.
Nath le quitó la mano y la hizo sentarse.
-¿Qué quieres?- preguntó Seira.
-Venga, si por querer yo a ti…- dijo mirando de arriba a bajo a la chica mojada.
-Asqueroso- le dijo ella.
-Venga, sabes lo que quiero, solo quiero que Sanlo reviva y tú eres un obstáculo.
-Pero…yo- dijo Seira con lágrimas en los ojos- yo, no quiero esto- dijo ella mientras se frotaba los ojos.
Nath se le quedó mirando, no se esperaba esto.
-Mira, a mi me han dicho que te secuestre y yo te voy a secuestrar- le dijo el chico mientras se rascaba la parte posterior de la cabeza- pero como me han dado cinco días, te secuestraré en cuatro días- le dijo el chico a Seira.
La chica asintió.
-Tonta, yo te digo que te voy a secuestrar, deberías decir que nunca lo conseguiré y esas cosas que hacéis los buenos, ciao Seira- le dijo el chico saliendo por la ventana.
Seira, cuándo se recuperó de la impresión se, vistió, a toda prisa con lo primero que encontró en el armario..
Se secó bien el pelo, le quedaba por las puntas ondulado, se hizo dos coletas, cogió su libreta de bocetos y su lapicero y bajó al jardín, saludó a Fer, el jardinero.
-Hola Seira ¿Estas mejor?- preguntó el sonriente.
-Sí, gracias, solo venia a dibujar el rosal nuevo- dijo ella mientras caminaba hacía el interior del jardín.
Había un precioso rosal enorme, de flores blancas.
Seira se sentó en el banco que había en frente del rosal y empezó a dibujar un boceto de un rosal, a Seira siempre se le había dado bien dibujar, solía dibujar todos los lugares de palacio.
Empezó el boceto del rosal.
En un lugar lejano de Lancelot, Nath y Ken hablan en su habitación.
-¿Dónde estuviste hoy por la mañana?- preguntó Ken a Nath.
-Fui a visitar a mi princesita favorita- dijo Nath entre risas.
-¿Tu princesa?- preguntó Ken divertido.
-Sí, la vi salir de la bañera, ya es mía- dijo Nath entre risas.
Ambos rieron.
De repente una chica de pelo negro corto apareció en la habitación.
-Hola chicos ¿De que habláis?- preguntó ella sentándose delante de Nath.
-Victoria ¿Qué te importa?- preguntó Ken.
-Bueno, ¿Cómo va la caza de la princesa?- preguntó Victoria mirándose las uñas, ignorando el comentario mordaz de Ken.
-¿Es que acaso no puedes vigilara con tus poderes?- preguntó Nath.
Victoria tenía una bola de cristal con la que podía ver a cualquier persona viva del reino, pero solo durante unos escasos minutos y pocas veces al día.
-Tienes razón- dijo ella con aires de autosuficiencia, mientras se sacaba de su túnica negra una bola de cristal y pronunciaba unas palabras mágicas.
De la bola salió un destello y apareció Seira, estaba en los jardines, dibujaba en un viejo cuaderno.
La chica cerró de golpe el cuaderno y se levantó mirando en todas direcciones.
-Parece que se da cuenta de que la observan- dijo Ken sin perder vista de la bola.
-Eso es imposible- dijo Victoria- mis hechizos no son predecibles para los demás.
Seira, corrió a palacio, una señora de mediana edad, que parecía estar en pela forma la paró.
-Merediz- dijo ella- estoy lista para entrenar.
-¿Estas segura?- le preguntó Merediz.
Ella asintió.
-Pues vete a cambiarte, te espero en el jardín de atrás- le dijo mientras le guiñaba el ojo.
Victoria se metió la bola en su túnica.
-¿Por qué lo quitas?- preguntó molesto Nath.
-Por que supongo que no queremos verla cambiarse y por que tengo cosas mejores que hacer que observar como una chica se entrena en vano-dijo mientras salía del cuarto y daba un portazo.
-Odio que Victoria nos deje así- dijo Ken.
-Ya y yo- dijo Nath sentándose de nuevo en su silla.
-¿Cuándo vamos a ir a capturarla?- preguntó Ken muy serio.
-En cuatro días, se lo e prometido- dijo Nath.
-Tío… tu no eres de hacer promesas y menos con ángeles de la luz ¿No será…?- preguntó Ken temiéndose lo peor.
-Estas equivocado- dijo mientras se ponía a escribir en sus papeles.
Pero…¿Realmente Ken estaba equivocado?
No lo sabía ni quería saberlo, Seira era su presa, una presa que debía entregar a Sanlo
Nath rió con su comparación de Seira con una persa, si, inocente y fácil de cazar.
Sin darse cuenta dibujó un pequeño conejito a lápiz en una esquina de la hoja
Nath cogió una goma y lo borró, mierda había calcado demasiado, quedaba marca, pero lo dejó pasar.
-¿Vienes a comer?- preguntó Ken.
Nath asintió dejó sus papeles desordenados por la mesa y ambos salieron de la habitación.
Llegaron al comedor, un gran comedor, lleno de candelabros y sillas de grandes respaldos.
Sanlo, pasó delante de todos que le hicieron una reverencia.
Se paró delante de Nath.
-¿Cómo va la caza de la princesa, Nath?
-Bueno señor, la seguridad del palacio es extrema, pero tranquilo señor, la traeré ante usted.
-Bien, eh pensado en que como cuándo le saque sus poderes ya no me servirá, podría regalártela, como tu sirvienta- le dijo sin esperar respuesta y se fue a sentar.
La cena pasó sin mayor dificultad, a excepción de las cenas horrorosas que preparaba el misterioso cocinero del palacio de Sanlo.
-Me voy a mi cuarto- dijo Nath recogiendo sus cosas y poniéndose en pie.
Al salir se tropezó con Alice, la hermana de Victoria, pero eran polos opuestos.
-Hola Nath- dijo sonriente- Alice también tenía una bola de visión, con la diferencia de que ella podía ver a las personas muertas, pero al ser la menor y tener un poder algo menos útil que el de su hermana, Sanlo no le permitió practicar tanto cómo a Victoria y aún no controla sus poderes..
-Hola Alice, me parece que Victoria quería hablar contigo- le dijo Nath sonriente.
-Ah, está bien gracias- dijo ella apresurándose a entrar en el comedor.
Esta chica era muy despistada e inocente, pero lo era tanto como despiadada a la hora de matar, no se lo pensaba dos veces.
Nath subió apresuradamente por las escaleras a su cuarto, Ken aún no había llegado, se tumbo en la cama, se quedó un rato mirando al techo, quieto, sin hacer nada mas que mirar fijamente al techo como si se fuera a caer en unos segundos.
Después se metió en la cama con la manta hasta la cadera, sus pensamientos estaban llenos de Seiras, Seira hablando, Seira cantando, Seira riendo y muchas mas Seiras.
No, no podía pensar en ella, era su enemiga, un ángel de la luz, casi todos habían sido aniquilados por los demonios oscuros.
Nath se giró y se durmió, nada de Seiras, solo sangre y mas sangre, eso era con lo que debía soñar, hoy, mañana y siempre.
Esta genial ^^
ResponderEliminarsaludos n.n
Me ha encantado la primera historia :3
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